A finales del siglo III a.C. concretamente en el año 218 a. C. Roma conquista la ciudad de la Malaka púnica tras las guerras contra los cartagineses. En el año 74 d.C. el emperador Vespasiano concede a Málaga la Lex Flavia Malacitana, lo que convertía a la ciudad como municipio de derecho latino.
Después de haberse integrado la ciudad de Malacca al imperio romano, esta tuvo que conservar y aprovechar la fisionomía urbana y su cultura. Los hallazgos encontrados en las distintas excavaciones arqueológicas realizadas así lo demuestran, con cerámicas y monedas en las que se encontraban inscripciones púnicas.
Con el crecimiento y asentamiento de la cultura del Imperio, se inicia en la ciudad el Alto Imperio. Con esto convierten Málaga a imagen y semejanza de las ciudades romanas. Se empiezan a construir espacios públicos tales como termas, edificios administrativos y edificios de espectáculos.
En ese momento es cuando se construye el teatro romano de Málaga, monumentalizando así el espacio público, que seguirá extendiéndose hasta la primera mitad del siglo II d. C.
El teatro romano se encuentra casi en desuso a mediados del siglo III. Ya en el siglo III tanto en el teatro romano como los alrededores están ocupados por la industria de salazones, así hasta el siglo V.
Cerca del teatro romano hay una pirámide de cristal en la que se puede observar las piletas donde se realizaba el garum. En épocas venideras se constata que esos espacios se usarían como lugares de enterramiento.